Entre deportista y mitológico anda este triste y arriesgado oficio de saltar a un animalito de mala reputación y con aviesas intenciones. Imaginamos un mundo olímpico donde las pruebas han sido diseñadas por las retorcidas y perversas mentes de unos Dioses aburridos de tanto seducir mortales y con ganas de crear problemas y complicarles la vida a los pundonorosos atletas como este saltador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario