Aguada, Pluma sailor y acrílico, 46x36, 2013
La imagen representa a la tía Lola de mi madre con ella en brazos, de una foto de 1932. Mi madre siempre me contó que su tía Lola era como su segunda madre. Lola tenía un novio republicano que durante la guerra se hizo pasar por loco para no ser fusilado por los nacionales. Pero fue meterse en un infierno, en el manicomio recibía palizas diarias y su estancia era una tortura constante. Pudo escapar y recorrer a pié los ochenta kilómetros que separaban Sevilla de Villanueva del Rey, la pedanía ecijana donde vivía su novia Lola, para despedirse de ella y después ahorcarse. Al poco tiempo Lola murió, todos decían que de pena. Siempre que mi madre me contaba esta historia se me saltaban las lágrimas. Aún hoy, al recordarla, me sigue pasando.
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