jueves, 24 de febrero de 2011

Mujer en un bar


Xilografía, Plancha de caobilla de 15x10, 1994


Encuentro, en una carpeta llena de viejas estampaciones, una copia de este olvidado grabado en madera que me ha encantado ver de nuevo. Tiene un punto salvaje, gubiazos duros, madera que huye de los detalles, el encanto de la imprecisión, negros expresionistas y los personajes del fondo con los rasgos típicos de mis primeros grabados. Por aquella época grabé una serie de personajes en estos tacos de caobilla que me regalaba mi hermano, y que solía estampar con presión vertical en una vieja prensa de encuadernación, con más de 100 años, que compré en una chatarrería de Ubrique.

Interior de un café



Acrílico sobre tabla, 50x50, 2001


Esta es una de las obras que pinté en Las Vegas, en el verano de 2001, para mi exposición en la desaparecida galería Art Encounter, en el barrio chino de la ciudad del juego.

martes, 15 de febrero de 2011

Campos de Medina


Oleo sobre tabla, 40x30, 2011


Desde mi áula de trabajo, en Medina, tengo el privilegio de ver todas las mañanas un paisaje espectacular. Se divisa de 15 a 20 kilómetros de campo, ahora muy verde, y al final las franjas blancas de San Fernando, Chiclana, Puerto Real y Cádiz y una línea azul de mar rematando un horizonte que se rompe con la verticalidad de los nuevos molinos de viento. Este óleo es el primero de una serie de impresiones sobre esa vista única de la bahía gaditana.

viernes, 11 de febrero de 2011

Oleo nuevo


Oleo sobre tabla, 40x30, 2011


Vuelve uno al Óleo tras una larga temporada sin tocar la técnica y, tras el intenso olor, las vivezas y potencias de los colores, las pinceladas tan fáciles de trazar, el placer de sentir la pasta densa y sutíl corriendo por la madera, siente uno haber traicionado a su técnica favorita por otra que quizás sólo tenga la ventaja de un secado rápido. Así que es posible que arrincone los acrílicos una temporaita y vuelva a envenenarme de esos mágicos olores de aceites y aguarrás que ya quedaban tan lejanos.

lunes, 7 de febrero de 2011

3 Amigos


Acrílico sobre tabla, 75x21, 1999


Este año no he podido estar en Benaocaz el 3 de Febrero, para disfrutar viendo el paseo entusiasta y jubiloso que San Blas hace por sus estrechas calles. Desde que lo ví por primera vez hace 10 años, me prometí que haría todo lo posible para no perderme esta festividad y desde entonces sólo 2 años he dejado de asistir. San Blas, para mí, ya no es el patrón que cura los males de garganta, es el patrón de la alegría más pura y dura, una imagen de apariencia seria que nada más salir de su capilla se transforma en puro jolgorio y algarabía con unos movimientos desencajados y exagerados , un baile desenfrenado al ritmo que marca la música de la charanga Los sones y que hace que casi todo el pueblo y sus visitantes se entusiasmen, disfruten, bailen, rian y se diviertan detrás de la figurilla del obispo bailarín.

Llegué al pueblo al día siguiente y todavía quedaban algunos coletazos de la fiesta ya que la charanga recorría las calles del pueblo, versionando temas de Camilo sexto y el escándalo de Raphael, con motivo de unas jornadas sobre el cabrito y el borrego ecológico que se celebraba el fin de semana. No ví a mi querido santo, pero sí sentí que su espiritu y su esencia flotaban aún por el aire benocaceño.