Acuarela y rotulador, 2018
Ya viene siendo tradicional ponerme en mi patio de Jerez a dibujar la yedra, la dama de noche, el jazmín y la parra, todo entremezclado. Esta acuarela es la novena interpretación que hago de mi patio, ahora recién remodelado, y en ella vuelven a aparecer las uvas, racimos que en los últimos tres años la parra de dulce moscatel chipionero se había negado a ofrecernos. Pero este año habían brotado 6 hermosos racimos 6, que desgraciadamente no podremos catar, ni tampoco luchar para que los avispados mirlos no se la coman, pues unos no muy avispados albañiles, remodelando el patio y las jardineras, me cortaron la rama principal de la vid y también la ilusión de ver los frutos crecer. Así que, al modo de los viejos retratistas de cadáveres, retrato los ya famélicos y arrugados racimos no sé si para exorcizar los demonios que te llevan, inmortalizar la desgracia o despedirme con trazos del ansiado y querido manjar.
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