Rotulador y témpera sobre papel de estraza
A sabiendas de que mi cuerpo era carne de cañón para los mosquitos, mi abuela Gloria todas las tardes de verano, se pasaba por el patio de mi tío Adolfo en la calle Barrasa y hacía varias moñas de jazmines para mi casa. Al abrirse, los jazmines espantaban a los mosquitos y era mano de santo aunque yo prefería que se colara en mi cuarto una salamanquesa, garantía total de que no me picaría mosquito alguno. Por ello el jazmín es una de mis plantas favoritas y siempre me gusta rodearme de ellos. Es uno de los muchos recuerdos que tengo asociado a mi abuela, a mi tío Adolfo y a la Calle Barrasa, donde vivió casi toda su vida. Hace 5 años, mientras me encontraba en mitad de mi primer encuentro de dibujantes, en Grazalema, recibí la llamada de mi hermano contándome que mi tío acababa de fallecer, así que interrumpí el evento y me fui al pueblo a despedir a mi tío. Ayer el pueblo le dedicaba una calle, su calle Barrasa, a su memoria, la memoria de un hombre humilde y trabajador que desde su dedicación al sindicato ayudaba a los demás. Allí llevé a mi madre, su hermana mayor, y nos encontramos un buen puñao de los catanos que quedamos, varios de ellos representado en este dibujo familiar.
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