fondonegro: Nuevo San Blas

viernes, 3 de febrero de 2012

Nuevo San Blas

Acrílico sobre tabla, 65x54, 2012

Hoy vuelve a salir por las calles de Benaocaz San Blas, patrón del pueblo y de los enfermos de garganta, pero que por estos lares, después de verlo bailar y brincar con los vecinos, es más patrón de la alegría. Así que fiesta en el pueblo, encuentro entre amigos, encuentro culinario y tiempo para las risas y la diversión, si el tan anunciado frío siberiano lo permite.

La imagen de San Blas que muestro, será rifada el sábado junto a un cuadro de Martel y un poema de jose Manuel Benitez para ayudar a financiar agapes y actuaciones.

2 comentarios:

manuel ponce6 de febrero de 2012, 18:49
Hola Manolo, no sabes lo afortunados que nos sentimos Eli y yo tras el resultado del sorteo del Sábado pasado. Nosotros siempre nos hemos sentido atraidos por tu forma de entender la pintura y mi hijo Manuel es hermano de San Blas (gracias a sus padrinos Susana y Jose).
Saludos y gracias.
Manolo Ponce y Elisa Alonso.
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fondo negro6 de febrero de 2012, 19:30
Y yo encantado de que mi San Blas esté en vuestras manos. Muchas gracias.
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Manolo Morgado

Por lo que pinta, uno deduce que Manolo Morgado es buena persona: hay que serlo para poner nobleza, dignidad y propiedad en todas y cada una de las figuras que pueblan su abigarrado mundo. Cabría esperarlas en sus toreros y cantaores: la tradición quiere que veamos en ellos ciertas virtudes arquetípicas de la raza. Pero esa especie de austeridad sufrida, reconcentrada, que Morgado pone en toreros y flamencos, la encontramos también en los personajes que toma de la calle o sorprende en la intimidad de sus casas o en el ambiente semiprivado de un bar. Es un mundo doliente, ma non troppo. Un mundo de hombres y mujeres, dentro de lo que cabe, resignadamente felices. Felicidad abierta, descarada, irreflexiva, sólo encuentro en el viajero que corre con su maleta por un andén, al llamado de ese “viajeros al tren” que ya no se oye en las estaciones, pero que seguimos oyendo en nuestra memoria sentimental cada vez que queremos equiparar cualquiera de nuestros viajes rutinarios con el arquetipo del Viaje, la incursión en lo desconocido, la promesa de una vida nueva. Pero los personajes de Morgado, en general, desconfían de esos transportes caprichosos de la imaginación. Saben que el tiempo es espeso como la pasta de la que están hechos, y lo ven correr mientras apuran su copa (en el bar o en casa) o se confunden con la multitud. Hay en todos ellos, incluso en los bajitos y feos, un prurito de estirarse, de sacar pecho y dignidad, de llevar con elegancia sus chaquetas y sombreros o, en el caso de las mujeres, de acomodar sus cuerpos en la atmósfera con la seguridad de quienes se saben vestidas por la luz y el aire y por la mirada ajena. Porque Manolo Morgado es, sobre todo, un mirón, un voyeur. Los mirones ven más que los demás, atisban abismos de intimidad secreta en el pliegue de una falda o en el hueco de un escote, y hacen acopio de esas imágenes arrancadas al azar con no se sabe qué intenciones. La grandeza le llega al voyeur cuando aprende a dirigir esa mirada indiscreta más allá de los pliegues de la ropa o de los mundos privados de las personas que les atraen, y la proyectan sobre la humanidad entera, para descubrir en ella gestos, posturas y abandonos que a los demás nos pasan desapercibidos. Y bien está que así sea, porque sería demasiado oneroso captar la terrible, avasalladora individualidad de todos y cada uno de los seres que se cruzan con nosotros. Ese cometido lo confiamos a la sabiduría, y a la bondad, y al buen oficio, de hombres como Manolo Morgado.

JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA

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viernes, 3 de febrero de 2012

Nuevo San Blas

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