Óleo sobre tabla, 2000
Tenía que estar lleno de pulgas este perrito de apariencia tranquila, pues uno de los recuerdos más notables de nuestra estancia en la casa solariega de la familia de mi amigo Curro, en las cercanías de Lora, fue un ataque despiadado de las casi invisibles criaturas sobre piernas y pantorrillas. Pero aquello sólo fue una anécdota que te pica al recordarla, mejor quedarse con otros recuerdos más memorables como los baños en la alberca para refrescarnos el veranillo y las risas y los buenos ratos que al recordarlos, más que picar te producen un agradable cosquilleo.
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