Acuarela y rotulador, 2018
Tienen las ruinas un sabor a historias y a misterios por descubrir, de historias escondidas tras las piedras y de misterios que callan las columnas del mármol travertino que se erigen o descansan por este paisaje, muy dado a ser representado por los dibujantes y pintores románticos, en esa comunión única del artista plasmando las huellas de un arte del pasado. A lo largo de la historia no se ha llevado muy bien este espacio con los vecinos del cercano Vaticano, que no contento con expoliar almas, se dedicaron al expolio sistemático de los monumentos que formaban el foro, saqueando la mayor parte del mármol para construcciones papales y posteriormente drenándolo de nuevo y construyendo el barrio Alessandrino sobre él. Carlo Fea y los arqueólogos napoleónicos marcaron el inicio de su recuperación, no acabada hasta entrado el siglo XX, donde todavía se hicieron alguna barbaridad como la Vía de los Foros imperiales, urdida por Mussolini para unir El Coliseo con la Plaza de Venecia, destrozando todo lo que pillaron a su paso, en definitiva, para ellos piedras viejas, ruinas que nada aportan ante lo moderno.
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