Témpera sobre cartulina, 32x16, 1994
En mi estudio de la calle Conejitos en el Puerto, fué donde comenzé a dibujar mis toreros exagerados. Aprovechaba la línea curva de la chaquetilla para buscar un movimiento casi imposible que llenara el dibujo de dinamismo y fuerza y que debía ir acompañado de un gesto de rabia que acentuara la exageración. Hoy, más de 15 años después, sigo disfrutando dibujándolos y a pesar del protagonismo de esa línea curva nunca los veo repetitivo.
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