( Sanchez Mejías, Acrílico sobre tabla, 100x45, 2004)
Cuando uno acaba un cuadro vienen tareas ingratas que sería preferible que otros las hicieran, ni me gusta enmarcar, ni titular, ni poner precio, me aburren, nada tiene que ver con la creación. Tasar una obra es algo que nunca sabe uno por donde coger, después de cierta trayectoria no te puedes devaluar y debes tener en cuenta bocetos, estudios preliminares, materiales, tiempo empleado, tamaño, resultado final... todo influye en algo realmente absurdo cuando se piensa que la última finalidad sería la comercial. Nunca he pintado para vender, salvo contados encargos, la pintura es más una necesidad interior, sentirte cómodo realizando una actividad que te gusta, que te hace sentir bien. Al final es un problema de espacio el que te hace desprenderte de las obras, el que te obliga a poner precio, no se puede acumular todo lo que se crea y la mejor solución es la venta.
Tampoco me gusta titular, pero no va ser todo ¨sin título¨o las absurdas frases de las que gustan algunos pintores y que te dejan un poco atontao intentando descubrir en su cuadro cierta relación con el título. Prefiero títulos parcos, cortos que describan la situación con una o dos palabras: multitud, mujer sentada, lectora, libros, cuadrilla, escena flamenca, tertulia, reunión, partida...
Entre mis cantaores y toreros hay una gran mayoría anónima, a veces represento a Mairena, Chocolate, Curro, Paula, Lagartijo pero otras, la mayoría, me invento un personaje, no represento a nadie, hasta que alguien del público le dé nombre como el caso del torero que ilustra esta entrada y que ahora está expuesto en la Tertulia, Cultural Flamenca de Ecija; Se titulaba ¨Torero¨, es una obra totalmente de la imaginación, uno de mis toreros anónimos, pero estando expuesto en la Peña Flamenca Puerto Lucero de Sanlucar un viejo del lugar me dijo:
¨Muchacho, está muy bien ese retrato de Sanchez Mejías, me gusta¨y desde entoces el torero dejó de ser anónimo .
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