Oleo sobre tabla, 120x90, 2000
Posiblemente uno de mis últimos óleos antes de cambiar al acrílico, de hecho creo que en este cuadro combiné ambas técnicas. Desconozco su paradero, fue vendida por la galería La Playa de Chiclana a un estanquero de la localidad y eso es lo que tiene no vender directamente, pierdes totalmente de vista tu obra, casi sin opción de volver a verla o fotografiarla. Muchas veces he vendido o regalado obra que no fotografié como el cuadro del paparazzi americano, uno de mis primeros viajeros en el mercado de arte de Cádiz o una vista del patio de Santa Cruz en Ecija, que regalé a una prima norteña de mi amigo Juanillón. Alguno más habrá por ahí, perdido de mi memoria, a veces en una visita a viejos amigos te sorprenden con un dibujo tuyo cargadísimo de años que ni siquieras recuerdas y del que no ubicas ni siquiera el contexto en que se realizó. Cuesta desprenderse de algunas obras, unas porque tienen un recuerdo especial, otras porque se han cargado de valor sentimental y otras porque llevan tanto tiempo formando parte de tu entorno, de tu espacio, que se convierten en parte de una piel dificil de desprender. Con el tiempo uno aprende que no todo tiene tanto valor, que no duele tanto deshacerte de lo que creías importante, que hasta es necesario por problemas de espacio y que por lo menos tenemos la fotografía para recordar... si nos acordamos de hacerla.
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