domingo, 20 de diciembre de 2009

Frío


Témpera sobre cartulina, 30x11, 1996

Viaje familiar a Madrid este fin de semana para recoger a Angela y pasar un tiempo con la familia que allí vive. Viaje atípico, pues no visitamos ni la cuesta Moyano ni el jerezano tabanco de La Venencia, pero en nuestro céntrico recorrido, por un Madrid de ambiente demasiado navideño, degustamos el increible pincho de bacalao del Revuelta en Puerta Cerrada, un exquisito pulpo a la gallega cerca de la plaza mayor y las gambas a la plancha de La Paloma en la calle Toledo. Frío tremendo en el callejeo, lo que creíamos un fresquete aire serrano resultó ser una nueva ola de frío polar que nos congeló narices, orejas, dedos, ánimos e intenciones. Está visto que prefiero mil veces el agosto ecijano, con su calorcillo seco de 45 a la sombra que estos fríos norteños congeladores de ideas y pensamientos. Esta mañana en el rastro, con el entusiasmo bajo cero, veía libros, comics y objetos que en temperaturas normales me habrían interesado, pero los enfriamientos generales me hacían pasar de todo. El regreso a Jerez en el tren, un tanto accidentado por confundirnos de vagón y asientos y dar varias vueltas ante unos flamenquitos jerezanos que no paraban de jalear y palmear, con gran entusiasmo, el paso de nuestro equipaje de lunares.

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