miércoles, 28 de octubre de 2009

Canterería


Acrílico sobre tabla, 80x60, 2003

La Canterería es un lugar que pertenece a mi memoria sentimental, allí comencé a conocer, trabajar y sentir el barro y allí están mis orígenes. Cuando mi padre la dejó, se acabó una cuarta generación de alfareros, profesión que yo soñaba para mí cuando niño; Pero el último cacharro se hizo a principios de los 70, la cacharrería de cántaros, porrones y cangilones se acabó cuando el agua llegó a las casas y dejó sin su uso las fuentes públicas, que poco a poco fueron desapareciendo. Sobrevivir con el maceteo era tarea casi imposible ( en algunos lugares como Lebrija el turismo las salvó), así que la vieja rueda alfarera se arrínconó en algún lugar del sótano cuando se hicieron las últimas tejas y la canterería sobrevivió unos años como fabrica de ladrillos hasta principios de los 80. Más tarde se vendió y ya no existe como el lugar mágico y creativo que era, sin embargo, sus blancos arcos de medio punto siguen muy presente dentro de mi memoria y de mi obra, por ello sigo representándola como escenario ideal para el cante y me encanta interpretar las viejas imágenes de los 50 y 60, donde aparecen , como en ésta, la figura de mi padre y de mis tíos Gonzalo y Eduardo delante del viejo horno árabe, y la figura de mi abuelo Manuel haciendo cacharros al fondo.

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