( Tejados, Acrílico sobre tabla, 85x60, 2004 )
Llegamos a Benaocaz atardeciendo el domingo y el pueblo estaba como despidiendo una fiesta y preparándose para otra. Engalanado con parcartas y carteles que proclamaban el lema de su escudo: ¨Benaocaz, la hembra lo más¨, por lo visto se había representado la llegada de los reyes católicos y la historia que da origen al lema, había actuaciones de danza del vientre, los bares daban tapas árabes y todavía quedaba secuela de algún difraz de moro y cristiano. Ya estaba todo preparado para las vaquillas y el toro de próximo fin de semana y las obras de la última visita parecían medio acabadas. El Lunes visita a Ronda, más comercial que turística, ni siquiera nos asomamos al tajo ni echamos una mala foto. El bar Faustino cerrado por vacaciones y la taberna Cintado desaparecida para transformarse en una desangelada heladería Buenos Aires, siempre la misma historia de acabar con rincones con encanto. Al final tras la compra de tomates y patatas ecológicas y los típicos pastelitos de La Campana regreso a Benaocaz donde el olor a tierra mojada, el cielo negro y truenos lejanos hacian presagiar una tormenta de verano que al final no llegó.
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