fondonegro: junio 2016

martes, 28 de junio de 2016

Escena playera

Témpera sobre cartulina, 32x25, 2016.
Tras 7 entradas sin que este blog mostrara obra en fondonegro, aquí traigo a esta muchacha bañista, inspirada en este otro dibujo que hice el pasado domingo en la playa de la fontanilla de Conil.

lunes, 27 de junio de 2016

La Fontanilla

Acuarela y rotulador, 2016.
La cuarta playa que visitamos en este mes de Junio es la Fontanilla, en Conil, esta vez en compañía de unos amigos cordobeses que nos acompañaron en nuestra aventura china. Día fresco y nublado y de nuevo estupenda la playa.

domingo, 26 de junio de 2016

Violeta con helado de fresa

Acuarela y rotulador, 2016.
Apunte de la jornada de ayer, en Sanlúcar después de nuestra visita al Balbino.

domingo, 19 de junio de 2016

Paternidad playera

Acuarela y rotulador, 2016.
La tercera jornada de playa de la temporada nos ha llevado a la Playa del Palmar en su esquina conileña, un rincón espectacular de costa virgen, con muy poca aglomeración, suave y soportable levante y un aliño a partes iguales de surfistas, hippies y núcleos familiares, como éste que represento.

miércoles, 15 de junio de 2016

Juerga Flamenca

Acrílico sobre cartón rojo, 100x70, 2005.
Esta obra, todavía no mostrada en este blog, lleva al menos 6 años colgada en mi antiguo centro de trabajo de Las Cumbres de Ubrique.

domingo, 12 de junio de 2016

Punto mágico

Acuarela y rotulador, 2016.
La segunda jornada playera de la temporada nos ha llevado al punto mágico, frente al camaroniano castillo de Santi Petri, construido sobre el templo de Hércules. Magnífico día de playa, sin viento ni calor y con una marea bajando que dejaba pequeñas piscinas entre rocas, ideales para el baño de Violeta. Y muchos dibujillos, entre ellos este muchacho y su móvil.

Algodonales

Acuarela y rotulador, 2016.
Hace 25 años trabajaba en Algodonales, un pueblo de la sierra gaditana del que guardo muy buenos recuerdos. Pasé aquella época conociendo el entorno y no parando de crear un montón de obras sobre fondonegro, que ya he mostrado en este blog. Ayer regresé de nuevo, en un encuentro con los Sketcher y , como siempre, volvimos a disfrutar, dibujando, alternando y compartiendo con los compañeros impagables ratos.

viernes, 10 de junio de 2016

Cari en la playa

Acuarela y rotulador, 2016.
Primer día de playa de la temporada, en una Cortadura con fuerte poniente.

jueves, 9 de junio de 2016

José de los Camarones 2

Acrílico sobre cartón, 42x30, 2016.
Versión en fondonegro del dibujillo acuarelado del pasado domingo en los Claustros de santo Domingo de Jerez. José de los camarones al cante y Paco Lara a la guitarra.

lunes, 6 de junio de 2016

José de los Camarones

Acuarela y rotulador, 2016.
Un apunte de la actuación del genial cantaor jerezano José de los camarones, ayer domingo tras la presentación de su libro El santuario de lo jondo, escrito junto a Chenco Zocar. De nuevo, como el sábado, en los claustros de Santo Domingo.

domingo, 5 de junio de 2016

Músicos en los Claustros

Acuarela, Tinta y rotulador, 2016.
Apunte rápido del grupo Imaginario, ayer noche en los claustros de Santo Domingo de Jerez, en la recién inaugurada Feria del Libro.

jueves, 2 de junio de 2016

Cante de taberna

Acrílico sobre tabla, 60x53, 2016

miércoles, 1 de junio de 2016

Mujer de rojo

Acrílico sobre tabla, 60x52, 2016

Manolo Morgado

Por lo que pinta, uno deduce que Manolo Morgado es buena persona: hay que serlo para poner nobleza, dignidad y propiedad en todas y cada una de las figuras que pueblan su abigarrado mundo. Cabría esperarlas en sus toreros y cantaores: la tradición quiere que veamos en ellos ciertas virtudes arquetípicas de la raza. Pero esa especie de austeridad sufrida, reconcentrada, que Morgado pone en toreros y flamencos, la encontramos también en los personajes que toma de la calle o sorprende en la intimidad de sus casas o en el ambiente semiprivado de un bar. Es un mundo doliente, ma non troppo. Un mundo de hombres y mujeres, dentro de lo que cabe, resignadamente felices. Felicidad abierta, descarada, irreflexiva, sólo encuentro en el viajero que corre con su maleta por un andén, al llamado de ese “viajeros al tren” que ya no se oye en las estaciones, pero que seguimos oyendo en nuestra memoria sentimental cada vez que queremos equiparar cualquiera de nuestros viajes rutinarios con el arquetipo del Viaje, la incursión en lo desconocido, la promesa de una vida nueva. Pero los personajes de Morgado, en general, desconfían de esos transportes caprichosos de la imaginación. Saben que el tiempo es espeso como la pasta de la que están hechos, y lo ven correr mientras apuran su copa (en el bar o en casa) o se confunden con la multitud. Hay en todos ellos, incluso en los bajitos y feos, un prurito de estirarse, de sacar pecho y dignidad, de llevar con elegancia sus chaquetas y sombreros o, en el caso de las mujeres, de acomodar sus cuerpos en la atmósfera con la seguridad de quienes se saben vestidas por la luz y el aire y por la mirada ajena. Porque Manolo Morgado es, sobre todo, un mirón, un voyeur. Los mirones ven más que los demás, atisban abismos de intimidad secreta en el pliegue de una falda o en el hueco de un escote, y hacen acopio de esas imágenes arrancadas al azar con no se sabe qué intenciones. La grandeza le llega al voyeur cuando aprende a dirigir esa mirada indiscreta más allá de los pliegues de la ropa o de los mundos privados de las personas que les atraen, y la proyectan sobre la humanidad entera, para descubrir en ella gestos, posturas y abandonos que a los demás nos pasan desapercibidos. Y bien está que así sea, porque sería demasiado oneroso captar la terrible, avasalladora individualidad de todos y cada uno de los seres que se cruzan con nosotros. Ese cometido lo confiamos a la sabiduría, y a la bondad, y al buen oficio, de hombres como Manolo Morgado.

JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA

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