Témpera sobre cartulina, 35x25, 2011
Esta obra tiene casi dos años, es de un día que, viajando hacia mi pueblo desde Jerez, ví a lo lejos una torre que se rodeaba de una extraña luz, algo muy irreal , casi una alucinación en mitad del paisaje sobrio de la campiña sevillana. Resultó ser la torre de concentración de una planta de energía solar, por lo visto experimento pionero a nivel mundial, inaugurado por nuestros monarcas y que en teoría debía generar tantos puestos de trabajo como energía solar. Pero aquel día mi mente sólo alcanzaba a ver un nuevo paisaje, propio del siglo XXI, como las columnas calvas, antes palmeras, obra del picudo rojo o como los gigantescos molinos de vientos, motores de otra nueva energía, la eólica, que rompian salvajemente los horizontes de las playas y los campos gaditanos. Y también veía, como un faro de tierra adentro, una luz que avisa a caminantes y viajeros de peligros que se acercan, o que ya están aquí. En fín, ví un presagio.
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