Acrílico sobre cartón, 30x21, 2004
Vuelve uno a la lectura gradualmente, robándoles momentos a la paternidad o aprovechando los ratos muertos del trabajo, esas horas vespertinas de tutoría donde no suele aparecer nadie. Eso convierte a uno en lector de instantes, de premuras y de impaciencias ante los comentarios anecdóticos del que interrumpe tu lectura sin saber, que está rompiendo tu excaso tiempo para estos avatares. Aún así, acabé hace poco La Fuente y la Muerte, libro de memorias del arcense Pedro Sevilla, mágnífica obra que describe de manera magistral y llena de poesía, su infancia en el pueblo blanco, las costumbres, vivencias y vivires de una dura época que nos suena muy familiar. Y la adolescencia, y la transición política y la muerte, desgraciadamente muy presente en la vida del poeta de Arcos.
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