Hoy sábado, visita a Cádiz, una ciudad única y hermosa que siempre nos sorprende. que tiene una vida intensa y rica por su callejeo y que destila vida y colorido por cualquier rincón en que nos paremos. Hoy como la visita era más comercial que placentera, a la búsqueda de unos productos concretos para una próxima boda y el inmediato frío, sólo pude disfrutar de 2 breves ratillos para plasmar rincones gaditanos, desde la calle Compañía, mirando a la catedral y en mi querida Plaza de la Candelaria, mirando al Cánovas de dedo acusador. Mientras, visita a mi venerada librería Raimundo, la primera con mi Violeta, compras de materiales en Picolita y Maspapeles, panes y pasteles marroquíes en la Medina de Tetuán y almuerzo, ya típico, en El Balandro, con Berzas, Chocos, ortigillas y gallos, regados por Barbazules serranas. Y aquí acabó el día, que después alargose de forma no querida por esas búsquedas mercantiles en un lugar con vistas marítimas y de nuevos puentes. Me quedo con la primera parte.
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