Rotuladore, 2021
Sin ofender a las tímidas y simpáticas monas, para esto ha quedado el oficio, que otrora, desearan muchos fogosos y atractivos machos con ganas de ganarse la vida de manera fácil y placentera. De dar envidia han pasado a dar pena y es que con la llegada de las nuevas tecnologías, el aumento descontrolado de juguetes sexuales y estos tiempos tan raros de pandemias, contagios y miedo a relacionarse, las viejas y solitarias ricas han bajado drásticamente sus deseos pasionales y ya no necesitan de varón de pago, que está la cosa muy mala.
El clásico Gigoló se ha tenido que reciclar y buscar clientela en otros ámbitos, como estas entrañables primates, no sabemos si herederas de la mítica Chita o trabajadoras de un circo en sus ratos de ocio.
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